Qué difícil es esto de intentar ser escritora.
Ya tengo portátil así que el camino está trazado, no hay excusas, aunque tengo que reconocer que en cuestión de medios y espíritu nadie me gana… es como cuando decido después de las vacaciones apuntarme en un gimnasio; al día siguiente ya estoy en la tienda de deportes comprándome un chándal, o como el día que decidí apostar por la natación; me compré un bañador de esos de nadadoras estupendo color amarillo y azul, que además me estilizaba tanto que llegué a preguntarme si necesitaba realmente nadar para mejorar la figura o simplemente comprarme más bañadores de estos.
En fin, a lo que iba que ya tengo portátil y efectivamente qué difícil es esto de escribir.
A mí en estos momentos lo que más me cuesta es tener tiempo para sentarme tranquila, porque la inspiración me llega con bastante facilidad, y no es chulería es así, pero todo lo demás que necesito está realmente difícil. Por ejemplo hoy, por fin estoy en una tarde de domingo descansada; acabo de despertarme de la siesta y le he dado de merendar a los niños. Tengo dos hijos una chica de 11 años y un bebé de 22 meses. En fin que su hermanita hoy dice que se lo lleva al parque a jugar un ratito, ¡y yo con la inspiración rondándome!.
Bien, me preparo un cafecito y abro el portátil… pero lo primero que tengo que hacer es limpiarlo, en casa todo el mundo lo usa por supuesto más que yo, así que la pantalla está llena de dedos y para eso soy muy maniática. Voy por el pañito especial que compré pero no está, alguien lo ha cogido de su sitio… mal empezamos. En fin después que todo está ok, y releo lo último que escribí para ponerme en situación, tocan el timbre: no me lo puedo creer son mis hijos, ¡pero si hace solo diez minutos que se han ido!.
Mi hija regresa a casa contándme apresurada ¡una gran idea! y quiere ponerla en marcha: va a dar una vuelta con su bici y como el peque aún no sabe montar en su triciclo ella propone atar con una cuerda ambas bicicletas y así podrían correr los dos. ¡Joder, menos mal que le dio por consultármelo primero!.
Tuve que preparar un simulacro y todo porque ella quería estar totalmente convencida de que aquel experimento no era precisamente “seguro” para el bebé. Así que tuve que sacar una cuerda del trastero y atar las dos bicis… y... ¡efectivamente el peque casi rueda por el suelo!. Finalizada la prueba estratégica, quedó convencida que por ahora se limitaría sólo a empujarlo con suavidad y regresaron al parque.
Yo también regreso a mi portátil y hago cuentas, supongo que solo me queda media hora hasta que el timbre vuelva a sonar. En estas condiciones no sé muy bien dónde está la inspiración que me rondaba al levantarme de la siesta… y entre que releo las últimas páginas y me concentro en la continuación… efectivamente el timbre volvió a sonar, esta vez ni siquiera acerté con la media hora, solo han pasado veinte minutos… el pequeño se ha caído y se ha hecho un pequeño rasguño que hay que lavar y curar y después darle mimitos.
En fin que termino por quedármelo y contarle un cuento, el de caperucita que le gusta mucho. María me mira con el rabillo del ojo preguntándose si podrá volver al parque: - ¡sí claro vete con tus amigos!
Ahora comprendo cuando me digo a mí misma, que esto de escribir es muy, muy complicado. ¡Probaré el domingo que viene!
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